Uno de los riesgos que más preocupan a los organismos internacionales es un posible aumento excesivo de la inflación, sobre todo en las economías emergentes. Y una de las causas que inciden más directamente en ese crecimiento es la subida de los precios de los alimentos; un alza que, según el Banco Central Europeo, va a continuar por la misma senda debido a la presión de la demanda y a la capacidad presumiblemente limitada de la oferta para mantener los precios bajo control.
El motivo más evidente del aumento de la demanda es el incremento de las importaciones de los países emergentes, sobre todo, de China. Pero hay más razones que tiraron de los precios hacia arriba en 2010. Los recoge el boletín mensual económico del BCE.
La producción de trigo, por ejemplo, sufrió las consecuencias de unas condiciones meteorológicas adversas y la amenaza de proteccionismo que suscitó la crisis. A finales del año los precios se situaban un 91% más altos que al comienzo.
Los indicios en los recortes de producción de maíz contribuyeron a que el precio de este cereal aumentara un 57% con respecto a principios de 2010. En el caso de la soja, el incremento fue del 33% y en el del azúcar, del 33%.
También influyen los cambios en las preferencias dietéticas, que se desplazan hacia la carne, los productos lácteos y el pescado. Para producir estos alimentos se necesita pienso para el ganado; es decir, más cereales.
Además, algunos cultivos alimentarios se emplean también en la elaboración de biocombustible (el maíz y el azúcar), por lo que las subvenciones para fomentar su uso, unido al alza del precio del petróleo, también favorece que aumente su demanda.
En cuanto a la oferta, El BCE le atribuye cierta capacidad de respuesta para contener los precios pero, quizás, no la suficiente. Esto se debe a que a menudo los cultivos se van rotando, destinando las superficies agrícolas a los que producen el mayor rendimiento. Pero cuando el alza de precios es generalizado, la respuesta de la rotación es limitada, y lo que se suele hacer es expander la superficie de cultivo o tratar de mejorar la productividad.
La superficie puede, de momento, seguir expandiéndose, pero la productividad necesita de mejoras tecnológicas que, según el BCE, no se han producido en proporción suficiente debido a la reducción de las inversiones en I+D. El organismo espera, a este respecto, que el entorno de precios elevados estimule la investigación, tanto con fondos públicos como privados.
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